¿Cuántas veces te has quedado despierto a las 3 de la mañana, con la mente dando vueltas sobre ese problema que no logras resolver en tu negocio? Si te sientes identificado, este artículo es para ti.
Recuerdo perfectamente el día que me senté frente a mi computadora, revisando por enésima vez las cifras que no cerraban. Tenía todo el análisis de mercado, el plan de marketing impecable y una proyección financiera que debería haber funcionado. Pero algo no encajaba.
Y es que en el camino del emprendimiento, nos obsesionamos tanto con los factores externos —la competencia feroz, el mercado cambiante, la economía inestable— que pasamos por alto el mayor obstáculo: nosotros mismos.
En nuestro último episodio del podcast "Modo Crecimiento" (exclusivo para estudiantes de Catálisis), toqué un tema que me ha quitado el sueño durante años: la mayor dificultad para un emprendedor suele ser interna, no externa.
Es tan fácil culpar al mercado saturado, ¿verdad? O quejarse de la economía, de ese competidor que parece hacer todo mejor que tú... Yo mismo lo he hecho más veces de las que me gustaría admitir. Pero después de hablar con cientos de emprendedores, he llegado a una conclusión inevitable: las batallas más difíciles son las que libramos contra nosotros mismos.
Esta guerra interna no es tan simple como "falta de disciplina". Va mucho más allá:
Estas barreras invisibles son las que realmente definen si tu negocio despega o se mantiene en un eterno estado de "casi, pero no".
Hace unos años, mientras luchaba con mi propio negocio, comencé a practicar artes marciales. Mi sensei me dijo algo que cambió mi perspectiva: "No importa cuán buena sea tu técnica; si tu mente está desordenada, perderás la batalla antes de comenzar".
Me di cuenta de que ser emprendedor es similar. El mercado, la competencia, las tendencias... ese es el campo de batalla externo. Pero tú eres el arma principal. Y un guerrero con dudas, miedos o fatiga, por muy buena que sea su espada, está en desventaja.
A diferencia de un trabajo tradicional donde puedes "esconderte" en la estructura:
La presión es constante y personal. El mes que mi negocio casi quiebra, no dormí durante semanas. Cada decisión pesaba toneladas porque sabía que afectaba directamente a mi familia.
La inestabilidad es tu pan de cada día. He tenido meses en que pensaba que lo tenía todo resuelto, solo para que un cliente clave cancelara y me dejara con un agujero financiero imposible de ignorar.
Tú eres el motor y el cuello de botella. Cuando me sentía abrumado o inseguro, todo se ralentizaba. Mi equipo lo notaba. Mis clientes lo percibían. No había dónde esconderse.
Cada uno de nosotros tiene su propio demonio interno. El mío, durante años, fue el síndrome del impostor. Me preguntaba constantemente: "¿Quién soy yo para dar consejos a estas empresas? ¿Y si descubren que estoy improvisando?"
¿Cuál es el tuyo? ¿Quizás...?
Identificar tu batalla no es fácil y requiere una honestidad brutal contigo mismo. Hace un tiempo, me obligué a responder estas preguntas en mi diario:
Las respuestas fueron reveladoras y, francamente, incómodas. Pero finalmente tenía un mapa de mis propios obstáculos internos.
No voy a venderte fórmulas mágicas ni epifanías instantáneas. El trabajo interno es exactamente eso: trabajo. Diario, constante, a veces tedioso. Pero estas son algunas prácticas que han marcado la diferencia en mi jornada emprendedora:
No hablo de un "querido diario" adolescente. Me refiero a dedicar 10-15 minutos cada mañana a vaciar tu mente en papel. Yo lo hago con café en mano, antes de que el caos del día comience.
A veces escribo sobre mis preocupaciones financieras. Otras veces sobre esa idea que no me deja dormir. Lo importante es dar espacio a esos pensamientos, sacarlos de la cabeza y verlos por lo que son: solo pensamientos, no verdades absolutas.
Durante años me burlé de la idea de tener una "morning routine". Me parecía cosa de influencers. Hasta que probé tener una secuencia fija cada mañana: 10 minutos de meditación (uso la app Calm), 15 minutos de ejercicio, 10 minutos de planificación de las tres tareas críticas del día.
El resultado? Mi nivel de ansiedad bajó drásticamente. Ya no me siento abrumado por las mil cosas pendientes, porque sé exactamente qué tres cosas DEBEN suceder hoy, pase lo que pase.
El punto de inflexión llegó cuando admití que no podía hacerlo solo. Contratar un coach de negocios fue una de las mejores inversiones que hice (aunque en ese momento sentí que no podía permitírmelo). No solo por la estrategia, sino porque tener a alguien que me hiciera responsable de mis compromisos cambió mi forma de trabajar.
También encontré un grupo de cinco emprendedores en situaciones similares. Nos reunimos virtualmente cada dos semanas para compartir desafíos, celebrar victorias y, sí, ocasionalmente quejarnos. Saber que no estoy solo en esta montaña rusa emocional ha sido invaluable.
La revelación más simple pero poderosa: cuando dejé de dormir 5 horas por "trabajar más", mi productividad se desplomó. Cuando comencé a correr tres veces por semana, mi claridad mental mejoró exponencialmente.
No es coincidencia. Tu cuerpo es el vehículo de tu mente emprendedora. Si el vehículo está averiado, el viaje será tortuoso. Ahora trato mi sueño, ejercicio y alimentación como reuniones de directorio: son innegociables y prioritarias.
Te contaré algo que me da vergüenza admitir: perdí un contrato de $50,000 porque no me atreví a negociar mis honorarios. La creencia limitante de "cobrar más es abusivo" me costó literalmente miles de dólares. Y lo peor es que el cliente después me dijo que esperaba pagar más.
¿Cuánto te está costando a ti tu batalla interna?
El costo no es solo financiero. Es el peso de cargar con la pregunta: "¿Qué hubiera pasado si...?"
Trabajar en tus batallas internas no solo mejora tus resultados empresariales. Transforma fundamentalmente tu experiencia como emprendedor:
No quiero cerrar este artículo con una frase inspiradora genérica. Prefiero hacerte una invitación concreta:
Identifica tu batalla interna principal. Ese obstáculo que, si lo superaras, catapultaría tu negocio al siguiente nivel. Escríbelo en un papel. Ponlo donde puedas verlo todos los días.
Luego, elige UNA práctica de este artículo. Solo una. Comprométete a implementarla durante 21 días seguidos. Puede ser el journaling matutino, la rutina de ejercicio, o unirte a un grupo de apoyo de emprendedores.
No busques perfección. Busca consistencia. Y recuerda: mientras todos miran hacia fuera buscando soluciones, los verdaderos guerreros del emprendimiento saben que la batalla decisiva se libra en el territorio interno.
La próxima vez que te encuentres culpando al mercado o a la competencia, haz una pausa. Respira. Y pregunta: "¿Qué parte de mí necesita crecer para superar este desafío?"
La respuesta, casi siempre, será tu próximo paso hacia el éxito.
Si este artículo resonó contigo, compártelo con otro emprendedor que esté luchando con sus batallas internas. Todos necesitamos recordar que no estamos solos en esta travesía. Y no te pierdas nuestro próximo episodio del podcast "Modo Crecimiento", (solo para estudiantes de catálisis) donde profundizaremos en estrategias prácticas para superar las barreras mentales
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